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Flora y Vegetación
FLORA VASCULAR
 
La Serranía de Cuenca, situada en el noroeste de la provincia de Cuenca, constituye una de las tres grandes comarcas naturales que componen la provincia, junto con la Alcarria y la Mancha conquense.
Se encuentra enclavada en la provincia corológica Castellano-Maestrazgo-Manchega, y más concretamente en el sector Maestracense.
En la comarca de la Serranía de Cuenca se presentan tres pisos bioclimáticos: los pisos meso, supra y oromeditérraneo, en función de la temperatura:
 
Piso mesomediterráneo: T: 17-13ºC; m: 5 a –1ºC; M: 13-8ºC; H: XI-IV
Piso supramediterráneo: T: 13-8ºC; m: -1 a –4ºC; M: 8-3ºC; H: X-V
Piso oromediterráneo: T: 8-4ºC; m: -4 a –7ºC; M: 3-0ºC; H: IX-VI
 
donde T representa las temperaturas medias anuales; m, la media de las mínimas del mes más frío, y M, la media de las máximas del mes más frío, todas en grados centígrados (ºC). H representa los meses extremos afectados por las heladas.
 
La degradación de los bosques naturales supramediterráneos de Quercus ha sido desde antiguo muy intensa en toda la Serranía de Cuenca,  lo cual ha determinado que la cubierta vegetal dominante esté constituida principalmente por pinares de pino silvestre (Pinus sylvestris), pino salgareño (Pinus nigra ssp. salzmannii) y pino resinero o rodeno (Pinus pinaster), que son, en definitiva, los responsables de la fisionomía del paisaje vegetal.
 
A pesar de que los pinares forman magníficos bosques, el carácter secundario de los mismos, a excepción de los pinares oromediterráneos de pino silvestre, es confirmado por la existencia, en todas las masas de pinar,  de ejemplares aislados, bosquetes y hasta pequeñas masas de encinas, quejigos o melojos, o de especies propias de sus etapas de sustitución. En cualquier caso, el tipo y composición del matorral puede ser utilizado para delimitar el área de cada serie de vegetación.
 
Por encima de los 1.600 m, los pinares de pino silvestre tienen carácter de vegetación clímax, pero, en general, son bosques secundarios resultado de una muy antigua colonización por los pinos de los dominios del melojo y del quejigo. En el área potencial del quejigo, los pinares de pino silvestre se presentan frecuentemente mezclados con el pino salgareño. Las masas de pino salgareño, siempre asentadas sobre suelos calizos, también se mezclan con el rodeno y el carrasco (Pinus halepensis) en las zonas más bajas, encontrándose en muchos lugares restos de antiguas formaciones de encinas y quejigos. Sin embargo, el subvuelo (conjunto de arbustos y matas que se hallan por debajo del estrato arbóreo) de los pinares asentados en el dominio climácico del Junipero-Quercetum rotundifoliae y en el del Cephalantero-Quercetum fagineae es, en parte, diferente. En efecto, aunque el matorral en ambos casos corresponde al Lino-Salvietum lavandulifoliae, en la serie del quejigo se enriquece de elementos orófilos como Erinacea anthyllis; asimismo, en las zonas donde el quejigar ha dado paso al pinar suele ser frecuente la bojeda de Buxus sempervirens.
 
Los pinares de Pinus pinaster se desarrollan principalmente entre los 1.100 y 1.500 m, sobre suelos silíceos poco desarrollados, constituidos por areniscas rojas del Trías que forman los llamados rodenales, de donde toma el nombre de pino rodeno con el que es conocido en la comarca.
 
En los rodenales de la Serranía de Cuenca, los pinares de Pinus pinaster constituyen el dosel arbóreo de un jaral o cantuesal más o menos denso donde dominan Cistus laurifolius, Lavandula pedunculata y Halimium viscosum (Santolino-Cistetum laurifolii), que en las zonas basales se enriquece con especies más termófilas como Cistus ladanifer. En situaciones protegidas, tales como pequeñas vaguadas, ingresan en el jaral otras especies más ombrófilas como Cistus populifolius y Erica scoparia. Tampoco es raro encontrar en el pinar de Pinus pinaster pies aislados o pequeños bosquetes de roble melojo (Quercus pyrenaica), lo cual se explica porque precisamente el melojar (Luzulo-Quercetum pyrenaicae) constituye la vegetación potencial de los rodenales.
 
Sobre suelos profundos y frescos de fondo de valles, gargantas (hoces) umbrosas y bordes de ríos, se presentan agrupaciones densas de avellanos (Corylus avellana), fresnos (Fraxinus angustifolia ssp. oxycarpa) y, en muchas hoces, tilos (Tilia platyphyllos), con un sotobosque rico en plantas herbáceas de carácter mesofítico, como Melica uniflora, Sanicula europaea, Hepatica nobilis, etc. Estos avellanares, siempre condicionados a la humedad edáfica, presentan como manto y primera etapa de degradación un matorral alto, denso, rico en fanerófitos espinosos y constituido fundamentalmente por las especies Ligustrum vulgare, Viburnum lantana, Prunus spinosa, Cornus sanguinea, Rhamnus saxatilis, Rosa sp., Crataegus monogyna y Berberis hispanica, entre otras.
 
Dada la profusión de roquedos en la zona, la vegetación rupícola tiene un interés especial en la Serranía de Cuenca. Se asienta fundamentalmente sobre rocas calizas, ricas en bases, pues el carácter deleznable de los rodenales dificulta e incluso impide el establecimiento de estas comunidades sobre sustratos silíceos.
 
Son varias las comunidades que colonizan los roquedos calizos. La más extendida quizá sea la asociación Antirrhinetum pulverulenti, que coloniza los roquedos por encima de los 900 m de altitud, con pendientes del 90 al 100% y más raramente en extraplomos. Las especies más características son Antirrhinum pulverulentum, Sanguisorba minor ssp. rupicola, Saxifraga corbariensis, Potentilla caulescens y Rhamnus pumila. Asimismo, puede reconocerse una variante térmica, caracterizada por la presencia de Jasonia glutinosa, que no supera por lo común, los 1.200 m de altitud.
 
Cuando la pendiente de las rocas es menor (60-80%) y siempre por debajo de los 1.300 m, el Antirrhinetum pulverulenti es sustituido por otra comunidad, Globularietum borjae, caracterizada por Globularia repens ssp. borjae, de cabezuelas florales de color azul y que forma densas almohadillas. También son constantes en esta comunidad Anthyllis montana, Linum ortegae y algunas especies de Ononido-Rosmarinetea como Globularia vulgaris y Fumana ericoides.
 
En paredes y muros más o menos nitrificados crece una comunidad subnitrófila, caracterizada y dominada por la fumariácea Sarcocapnos enneaphylla, que es frecuente en las inmediaciones de los sitios habitados, adquiriendo en los muros de algunas casas una gran exhuberancia. También en plena Serranía esta comunidad alterna topográficamente con el Antirrhinetum pulverulenti, ocupando aquellos roquedos y grietas extraplomadas que reciben algún aporte de nitratos y fosfatos, generalmente procedente de los excrementos de las aves.
 
Por último, las oquedades, grietas umbrosas y pequeñas repisas son colonizadas por las especies de la asociación Saxifragetum latepetiolatae tales como Saxifraga latepetiolata, de flores blancas algo acamapanadas, Draba dedeana, el helecho Asplenium fontanum y diversos briófitos.
 
Una comunidad subrupícula que se sitúa en la Serranía de Cuenca en todos los roquedos de carácter básico es Rhamno-Juniperetum phoeniceae, caracterizada por la sabina negra, Juniperus phoenicea, que en la zona superior queda prácticamente sólo como colonizador de los roquedos, asentándose en muchas ocasiones en paredes prácticamente verticales.
 
 
 
FLORA NO VASCULAR
 
 
 
Toda la zona presenta también una elevada diversidad de especies de flora no vascular, si bien se conoce de forma fragmentaria.
 
  • HONGOS:
 
En la zona existe una gran diversidad de hongos, especialmente en los pinares, consecuencia de la diversidad ecológica, la presencia de ambientes submediterráneos y de elevadas altitudes y precipitaciones, y la gran continuidad ecológica de los ecosistemas boscosos de este territorio. De entre las especies con mayor valor económico y gastronómico se citan las trufas (Tuber melanosporum), níscalos o mizclos (Lactarius deliciosus, L. semisanguifluus, L. quieticolor), boletos o bejines (Boletus edulis, B. pinophilus, B. aestivalis y B. aereus), colmenillas (Morchella elata y M. esculenta), champiñones (Agaricus sp.) y setas de cardo y chopo (Pleurotus eryngii y Pleurotus ostreatus).
 
  • LÍQUENES:
 
De entre las comunidades liquénicas estudiadas en la zona destacan las de líquenes epífitos, para las que está documentada una gran diversidad sobre los diferentes tipos de bosques presentes. Particularmente importantes son las comunidades indicadoras de la madurez de los bosques.
 
Las comunidades acidófilas de pinares están muy bien representadas, resultando muy raras e indicadoras de bosques maduros Cyphelium inquinans, Chaenotheca sp., Calicium sp., Lecidea hypopta, L. holopholia. Son también reseñables las disyunciones de especies de áreas más septentrionales como Cladonia cenotea y Letharia vulpina.
 
Particularmente originales son las comunidades de los sabinares albares, resultando muy valiosas las que se asientan en las sabinas de mayor edad y diámetro, ya sea sobre los troncos musgosos: Aspicilia lignicola, Waynea adscendens, Leptogium lichenoides o Bacidia parathalassica, o sobre sus zonas descortezadas y sumamente endurecidas: Buellia cedricola, Cyphelium tigillare, Lecanora paramerae, Ophioparma juniperiicola, Calicium salicinum y Chaenotheca phaeocephala. Junto a estas comunidades epífitas de sabinas añosas, son destacables por su originalidad y rareza las comunidades de líquenes vagantes de suelos crioturbados con Aspicilia fruticulosa, A. hispida, Cetrarie steppae, Neofuscelia ryssolea o Xanthoparmelia vagans.
 
Las comunidades liquénicas climáticas sobre quejigares, rebollares o robledales albares (Antitrichietum californicae)  se presentan de forma muy fragmentaria y empobrecida por la sobreexplotación que estas masas han padecido en el pasado. En tilares resultan valiosas las comunidades de Pyrenuletum nitidae y las de grandes troncos de bosques maduros (Gyalectetum ulmi), con Gyalecta ulmi y Sclerophora nivea.
 
  • MUSGOS:
Las comunidades de briófitos de la zona están en estudio, si bien cabe mencionar las comunidades de las tobas húmedas (Cratoneurion commutati) (DH, HPE) y las comunidades de turberas ácidas con esfagnos (DH, HPE).
 
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